ARCHDIOCESE OF PHILADELPHIA

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Homily of Cardinal Justin Rigali
Mass during Puerto Rican Week
Cathedral Basilica of Saints Peter and Paul
Sunday, September 21, 2006


Muy Queridos hermanos y hermanas:
Me da mucho gusto estar con todos ustedes para esta celebración eucarística durante esta semana portorriqueña . Este 21 de septiembre, primer día del otoño, celebramos la fiesta de un santo muy importante: San Mateo, apóstol y evangelista. Su nombre, "Mateo," significa "regalo" o "don de Dios." El significado de su nombre me recuerda el hecho de que su comunidad de Portorriqueños, los primeros hispanohablantes que poblaron Filadelfia, es un ‘regalo’ tanto para la ciudad como para la Iglesia. Meditemos un poco hoy en la importante vida de este evangelista y veamos como podrán continuar contribuyendo a la vida ecclesial.

Como discípulo y apóstol, Mateo siguió a Jesús, fue testigo de su Resurrección y Ascensión, y recibió el Espíritu Santo junto con María y los otros apóstoles. También, Mateo era un publicano, un recolector de impuestos. No era precisamente querido por sus compatriotas: los publicanos eran despreciados por trabajar juntando dinero para los Romanos, lo que les permitía, guardando algo para ellos, vivir cómodamente.

En los versículos del Evangelio que hemos escuchado hoy, encontramos el momento en que Mateo es llamado por Cristo: "En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: ‘Sígueme’. Mateo, dejándolo todo, se levantó y lo siguió."

San Jerónimo dice que la llamada de Jesús a Mateo es una lección para que todos los pecadores del mundo sepan que, sea cual fuere la vida que han llevado hasta el momento, en cualquier día y en cualquier hora pueden dedicarse a servir a Cristo, y Él los acepta con gusto.

Más tarde, Mateo haría para Jesús un banquete en su casa. Esto provocó el escándalo de los fariseos, cuando vieron que Jesús y sus discípulos compartían la mesa con publicanos y pecadores. Los fariseos se escandalizaron horriblemente y llamaron a varios de los apóstoles para protestarles por semejante actuación de su jefe. "Por qué su maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús respondió a estas protestas de los fariseos con una noticia que a todos nos debe llenar de alegría: "No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores." Probablemente mientras decía estas bellas palabras estaba pensando en varios de nosotros.

Si hay algo que realmente podemos destacar de San Mateo, es su disponibilidad para seguir la llamada de Cristo. Jesús le dice "sígueme" y él, sin dudas ni preguntas, lo hace. Ante esa invitación, tiene dos alternativas: quedarse, seguir con su vida cómoda y sin preocupaciones, pero vacía y sin sentido, o arriesgarse, dejarlo todo, y acompañar a Cristo.

Casi hace un mes, en la Ciudad del Vaticano, el día miércoles, 30 de agosto de 2006, nuestro Santo Padre, Benedicto XVI durante la audiencia general, celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, meditó sobre la figura del apóstol san Mateo. El Papa dijo lo siguiente:
"El apóstol Mateo, autor del primer Evangelio y uno de los Doce elegidos por Jesús, es conocido como ‘el publicano’ porque era cobrador de los impuestos. La primera reflexión que suscita este hecho es que el Señor acoge en su grupo a aquellos que, según la opinión de entonces, eran considerados como pecadores públicos. Cristo, en cambio, no excluye a ninguno de su amistad. El anuncio de la Buena Nueva consiste precisamente en esto: ofrecer la gracia de Dios al pecador. En la figura de Mateo se hace visible la paradoja de que, el que aparentemente está más lejano de la santidad, puede convertirse en un modelo de acogida de la misericordia de Dios. La respuesta inmediata de Mateo a la llamada de Jesús significaba para él abandonar todo, incluso lo que le suponía una ganancia de dinero seguro, aunque con frecuencia injusto. El Apóstol entendió así que el seguimiento de Jesús es incompatible con una actividad que desagrada a Dios, como es el caso de las riquezas injustas."

Nuestro Santo Padre comentó también sobre esta llamada a Mateo, citando uno de los Padres de la Iglesia:
"En este sentido, san Juan Crisóstomo hace un comentario significativo: observa que sólo en la narración de algunas llamadas se menciona el trabajo que estaban realizando los interesados. Pedro, Andrés, Santiago y Juan son llamados mientras estaban pescando; Mateo mientras recauda impuestos. Se trata de oficios de poca importancia, comenta el Crisóstomo, ‘pues no hay nada que sea más detestable que el recaudador y nada más común que la pesca’. La llamada de Jesús llega, por tanto, también a personas de bajo nivel social, mientras desempeñan su trabajo ordinario."

Quizás no haya en el mundo otro evangelio que haya convertido más pecadores y que haya entusiasmado a más personas por Jesucristo y su doctrina, que el evangelio según San Mateo. No dejemos de leerlo y meditarlo.

¿Qué lección debemos aprender, entonces, de la vida de San Mateo? Muy queridos hermanos y hermanas, nuestra época se caracteriza por ser una en donde se pone al confort y la falta de esfuerzo por encima de todo; la gente habla de la muerte de los ideales. Nosotros, que también hemos sido convocados, nos encontramos frente a la misma decisión que debió tomar Mateo: replegarnos sobre nosotros mismos, o arriesgarse a seguir a Cristo, anunciándolo, sabiendo que el tesoro que hemos recibido es para ser compartido. Nadie puede quedar ajeno a este llamamiento. El saber que Jesús nos ama y nos invita a seguirlo, debe ser para nosotros, como lo fue para Mateo, motivo de alegría y motor para la evangelización en nuestro entorno, a lo largo de nuestra vida. Y la vida y muerte de Mateo, ejemplo e ideal.

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